miércoles, 8 de octubre de 2008

MI PARTO COMO YO LO RECUERDO...

Hoy es 7 de julio de 2008. Han pasado 44 días desde que nació mi hermoso bebé.

Hasta hoy me decidí a escribir todo lo que recuerdo de ese GLORIOSO día; primero porque ahora él ocupa la mayor parte de mi tiempo y mis pensamientos, y también porque a las horas, e incluso días después del parto, aún me parecía algo demasiado fuerte y quería saber si con el paso del tiempo todo lo que vivieron mi cuerpo y mi alma disminuía en intensidad, aumentaba, o simplemente se transformaba atenuando unas sensaciones y sentimientos y exacerbando otros.

Mi relato comenzará tres días antes. El miércoles 21 de mayo, --nada menos que el cumpleaños de mi suegra-- ese día a las 7 de la mañana tuve la cita con la Dra. Ella ya me había prevenido que tal vez ese mismo día podría nacer "bebé" (así le llamaba ella), así que fuimos con todo y maleta a la revisión, pero me regresó a mi casa y me citó otra vez para el viernes 23 de mayo.
Tengo que hacer un paréntesis aquí: hubo un comentario por parte de mi esposo cuando entró a estudiar aquí en México, que tal vez de manera inconsciente lo programé para ser verdad: dijo que Baby debería nacer un sábado como a las 10am para que pudiera estar con nosotros. (obvio, era broma, pero como siempre, yo me lo tomé muy en serio)

Regresando al viernes 23 de mayo, acudimos puntuales a la cita, mi mami nos acompañó y aunque ya tenía algo de dilatación me dijo la Dra. que "mañana SEGURO" así que esa noche le pedí a mi esposo tomarnos fotos embarazados, pues ya le diríamos adiós a la barriga, así que hicimos nuestra sesión de fotos en nuestra nueva y recién remodelada recámara.
Ese viernes por la noche le escribí una carta a mi hijito, estaba muy emocionada y feliz, un poco incrédula de que yo, Kris, fuera por fin, a ser mamá; era como un sueño hermoso y raro, pero eso sí, MIEDO NO TENÍA!!

Dormí contenta imaginando que escucharía a baby llorar, que al fin conocería su linda carita y sus manos y pies. Imaginaba que nacería sin cabello y muy rojo y arrugadito. Dormimos porco tiempo porque repasé la revisión de maleta y porque en la mañana teníamos que bañarnos, arreglarnos, así que faltando a mi costumbre, esa noche no soñé, o al menos no recordé mis sueños.

Llegamos puntuales a la cita 7:00 a.m. en el Hospital; lo de siempre, me llamaron a pesarme, tomarme la presión y cuando me pidieron que subiera a una habitación y me vi solita entré en pánico: creí que ya no iba a ver a mi mamá y ni siquiera me había despedido de ella, así que a toda prisa le mandé un mensaje que decía "mándame tu bendición". A mi esposo sabía que sí lo vería pues le habíamos comentado a la Dra. que quería estar conmigo en el parto.

Esta palabra "parto" era para mí algo desconocido, pero fantaseaba con que era algo sencillo, mágico, rápido, placentero, pero sobre todo FÁCIL, creo que no leí lo suficiente o me preparé de forma adecuada.

Regresando al sábado, una enfermera me llevó una bata, me pidió me quitara toda la ropa y me pusiera la bata y me vendó las piernas (oh, no! tanto tiempo, esfuerzo, agua y jabón invertidos para depilarme y nadie se daría cuenta lo lisitas que estaban)... ah, y me rasuró toditita la enfermera también. Luego me puso un suero y me porté muy valiente al no berrear cuando me metió la aguja. Creo que no solté ni una lagrimita y todo porque el pensar que baby estaba próximo a llegar me hacía sentir FUERTE. Claro que me asustó al decirme que si quería ir al baño debía ponerle una pincita al suero o de lo contrario mi sangre se regresaría y se haría un tapón muy difícil de quitar.

Después para mi descanso y alegría entraron mi esposo y mi mamá y noté que había un conejo o algo así azul pegado en la puerta y una imagen de una virgen en la pared. Mi mamá se acomodó en el silloncito y mi esposo se metió conmigo a la camita y nos quedamos viendo tele. Yo estaba feliz como si nada y me quedé dormida y a ratos despertaba viendo History Channel o una película llamada "el cielo puede esperar".

No tengo idea, no lo recuerdo ahora, pero seguramente tampoco ese día lo supe, de a qué hora comenzaron las contracciones. Yo sabía que eran algo inevitable y que dolían, pero creo que me tomaron por sorpresa. Al ser un parto inducido (mi suero contenía oxitocina) nunca tuve contracciones cada tres horas, ni se fueron haciendo graduales en tiempo ni en intensidad. Llegaron de pronto, solo así. Eran como olas gigantes que iban y venían, pero muy fuertes. Era un dolor que jamás antes experimenté, no era un dolor punzante, era como cegador, era un poco "anestésico" ya que cada que llegaba yo sentía que me dormía, que me recogía, que mi alma se salía de mi cuerpo porque no lo soportaba, o por el contrario, que todo mi ser se escondía en el rincón más apartado y recóndito de mi cuerpo para sentirlo, era como una introyección, un paseo a lo más profundo de mis sensaciones, todo desaparecía en ese momento del mundo, excepto yo, mis dolores, baby y la certeza de que ya iba a ser mamá.

Creo que mi esposo y mi mamá sufrían a la par que yo, no de dolor, sino de compasión, de impotencia y de solidaridad. Esos dolores fueron llegando primero cada 20 minutos y no duraban más de un minuto.

Luego la Dra. me rompió la "fuente", la bolsa amniótica, dolió muy poco y recuerdo que fui varias veces al baño, tenía miedo de no hacer en ese momento y que me ocurriera un accidente en el parto, aún cuando había leído que era algo normal y un tanto común, me preocupaba bastante, no quería que a mi me ocurriera.

Después, cuando me enteré, creo que las contracciones ya llegaban cada 2 minutos y recuerdo que grité "Ayúdenme!!!" en una ocasión; y en otra pedía que ya me inyectaran la anestesia, pero he ahí otro conflicto: el temor del dolor de la inyección epidural, en la columna (en mis sandwichitos), y más adelante que me doliera cuando hiciera frío, al cargar cosas, etc. Ahora me doy cuenta que era infundado. Recuerdo que quería tanto hacerme la fuerte, pero la verdad me dejé llevar por las sensaciones y ahora que lo reviso en retrospectiva creo que lo disfruté de una manera muy extraña: me visualizo solita con mi batita, en posición fetal en la camilla con la frente perlada de sudor y con todo mi pensamiento hacia adentro de mi.

Cuando la Dra. por fin cedió a mi petición, me llevaron en camilla a través de un pasillo a una especie de salón: se presentó el anestesiólogo conmigo y me explicó lo que me haría, que tenía que hacerme bolita y no moverme por temor a una lesión en la columna y quedar paralítica o algo peor. Creo que yo rezaba en silencio. Me hice bolita, me inyectó y empecé a sentir caliente. Me dijo que me iba a poner un catéter de plástico y que al quitarme la aguja o algo así mi pie se movería, que tratara de controlarlo, pero fue un reflejo, fue como cuando los perros duermen y sueñan y convulsionan sus patitas, así hice yo. Me dejaron acostada en la camilla para que hiciera efecto y el anestesiólogo y una enfermera comentaban algo de la computadora, de un programa o virus o MP3 y yo tenía una idea genial para decirles qué hicieran, pero obvio, no lo hice.

Seguía sintiendo contracciones que disminuían en intensidad de dolor y con cada una iba saliendo líquido amniótico; no sé porque en ese momento sentía un triunfo cada que eso ocurría, creía que lo estaba haciendo bien, sí, eso es, SABÍA PUJAR.

Luego se apareció mi esposo disfrazado de cirujano y me alegré demasiado, aunque no lo pude demostrar por el cansancio o la anestesia, o porque en ese momento todo era mi cuerpo y la vida de baby para mi. Él me dio un beso, yo apenas podía hablar. Estuvimos un minuto solos y luego me metieron con todo y camilla a lo que hasta la fecha pienso que era el quirófano, nadie me dijo estás en tal lado. Todo sucedió muy rápido y creo que todos pensaban que yo sabía lo que tenía qué hacer, pero no contaban con que a diferencia de ellos este era mi primer parto. No recuerdo ni cómo comenzó todo, sólo sé que había mucha gente: la Dra., otro Dr. dos enfermeras, el pediatra y su enfermera, mi esposo y yo y en mi panza Baby.

Lo que sí recuerdo perfecto y en su momento fue muy shockeante cuando entré al "quirófano" y durante 15 minutos más o menos había música Disco de los 80s. Yo pensaba que Baby no debería nacer con esa música de fondo, pero bueno, tal vez después de todo él lo había elegido así. Afortunadamente cuando él nació esa música ya no se escuchaba.

También recuerdo que ya no había tanto dolor, pero el miedo me atacó de manera muy violenta, y le dije a la Dra. "Tengo MIEDO" y me puse a llorar, me dijo "no tengas miedo, porqué bebé va a sentirlo y va a costarles mucho trabajo su nacimiento" y yo solo dije OK, pero el miedo ya me había agarrado de la mano y se empeñaba en recorrer a mi lado el largo camino que me esperaba. La Dra. le pidió a mi esposo que me sostuviera de la espalda para cargarme como haciendo abdominales, cuando lo necesitara, o sea cuando llegara una contracción. Me pusieron unos popotitos en la nariz con aire, no estoy segura porqué, sólo sé que sudaba mucho y me sentía agotada, ya no distinguía las contracciones, tal vez por la anestesia, pero me decían "PUJE!" y yo pujaba con todo el cuerpo, con la garganta y la panza, pero todos me decían que no, que así no, que solo pujara con la panza y dentro de mi pensaba ESO HAGO, hasta me hicieron sentir que no era lo suficientemente apta para parir y me estresaba cada vez más, al punto que dije "YA NO PUEDO" recuerdo haberle pedido perdón a mi esposo pues la dra. insistía en que yo no le estaba ayudando a mi hijito y el pediatra me dijo "Su hijo nunca debe oírle decir que no puede" pero yo pujaba y pujaba con fuerza y mi esposo me levantaba y me doblaba y nada de nada.

Antes del parto yo tenía la percepción de que al estar ahí, con dos pujidos fuertes nacería el bebé y en la realidad no fue así. Ahora que lo pienso y lo que me comentan tías, primas y amigas, no fue mucho el tiempo que estuve ahí pero a mi se me hizo eterno. Yo ya pedía pausa, quería que dejaran de criticarme y ordenarme, quería decirles que mi cuerpo era más sabio y sabría lo que debía hacer si solo me daban tiempo y me dejaban ir a mi ritmo; pero a veces soy un poco cobarde y solo en mi mente me salen las palabras, pero mis labios ni se enteran. Mi esposo me veía con ternura y compasión, y yo lo veía buscando refugio porque me sentía atacada por los doctores y él era el único que me apoyaba y me decía “lo estás haciendo muy bien” y yo le creía, pero me desesperaba y la Dra. dijo que si quería mejor una cesárea y yo SIIII!!! Mejor ya déjenme y que me operen, pero me dijo”cómo crees, el bebé ya está a punto de salir” y le pidió a mi esposo que se asomara que ya se le veían los pelitos del bebé, él se asomó y me dijo que SÍ, yo no le creía mucho, pero me dio la ilusión de saber que ahí seguía mi bebé y que sería greñudito.

Miles de segundos después y un graaaan pujido sostenido y un doctor empujando a baby desde mi barriga y mi esposo sosteniéndome la espalda y la doctora colgándose de mi…

NACIÓ MI BEBITO!!!!

Fue como una descarga, como un latigazo interno, no dolió nada, sentí todo mi cuerpo liberado, me ví a mi misma estirando las piernas, como despertando, sentí que me vaciaba, algo se escurrió entre mis piernas y desapareció todo el dolor, me relajé tanto que desee dormir y dormir hasta el día siguiente.

Supe por lo que escuchaba que el pediatra y mi esposo ya tenían al bebé, como entre sueños escuchaba y ya me disponía a desvanecerme cuando lo escuché por primera vez, no era llanto, eran unos fuertes grititos que me llenaron de vida otra vez, volteé hacia ellos y escuchaba al pediatra decir… es un niño sano… 54 cm… 3.200 kg… etc., etc., yo estaba increíblemente feliz y me lo pusieron enfrente, completamente desnudo, recorrí todo su cuerpo en dos segundos cara, manos, dedos, pies, todo, el doctor me repitió lo mismo, “felicidades tiene usted un varón sano, pesó 3.2 kg midió 54 cm” y me lo puso en el pecho, me pidió que le diera un beso y le besé la frente a baby, sentí algo muy muy suave en mis labios, abrió por primera vez los ojos y me vió, yo sólo le dije “hola mi amor, yo soy tu mami, la que te daba lata cuando estabas en mi pancita” y me puse a llorar de la emoción (como ahorita mientras escribo esto).

Se fueron el pediatra, mi esposo y la enfermera y se llevaron a nuesto bebé, mientras mi Dra. y otro Dr. Y dos enfermeras se quedaron limpiándome, yo ya me dejé ir y tenía las piernas dormidas. No pude levantar la cadera cuando me lo pidieron. Y eso fue lo último que recuerdo de ese momento.

Después mi hermano y un camillero me subieron a mi habitación y ahí nacimos mi esposo y yo como papás, Baby como nuestro hijito y una nueva historia para contar.

FIN DEL PARTO COMO YO LO RECUERDO.